sábado, 28 de febrero de 2009
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Rostro de la Foto: Mujer Indígena del Pueblo selk'nam, víctima del Genocidio estatal chileno durante el Siglo 20.
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Isabel Moya
(La Habana, Cuba)
fuerza de trabajo y su participación en la defensa del proyecto
social; en mi opinión, es inconsistente establecer una relación
dicotómica y excluyente entre la participación y defensa de la
Revolución, por parte de las cubanas, y las reivindicaciones
específicas de género.
Este tipo de análisis presupone que los procesos sociales pueden
estructurarse en un orden matemático e ignora que se realizan en un
proceso dialéctico y sistémico donde se presuponen y relacionan de
manera multidimensional.
La centralidad del asunto en la construcción de la sociedad socialista
en Cuba se evidencia en otra afirmación de Fidel: “cuando se juzgue a
nuestra Revolución en los años futuros, una de las cuestiones por las
cuales nos juzgarán será por la forma en que hayamos resuelto en
nuestra sociedad y en nuestra Patria los problemas de la mujer, aunque
se trate de uno de los problemas de la Revolución que requieren más
tenacidad, más firmeza, más constancia y más esfuerzo.”[16]
La aprobación de una Resolución sobre el pleno ejercicio de la
igualdad de la mujer en 1975 en el Primer Congreso del Partido
Comunista de Cuba es un indicador también de esta centralidad ya
mencionada. Por la riqueza que puede aportar al debate cito este
fragmento de dicha Resolución, que se refiere, aunque no lo nombra de
esa manera, a lo que los estudios feministas llaman la doble jornada:
“El primer Congreso del Partido Comunista de Cuba proclama que es
ineludible deber revolucionario, lograr la distribución equitativa
entre los miembros de la familia de las inevitables labores del hogar.
Es necesario que todos comprendan que esta es una cuestión que atañe
no solo a las nuevas generaciones, sino a todos los integrantes de
nuestra actual sociedad.” [17] Esta declaración de principios fue a su
vez plasmada en el Código de Familia aprobado ese mismo año.
Otro aspecto que tipifica el proceso cubano por la igualdad de
derechos, oportunidades y posibilidades entre mujeres y hombres, fue
la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), presidida desde
su fundación por una combatiente del llano y de la sierra, Vilma Espín.
El nacimiento de la Federación de Mujeres Cubanas en el propio año ’59
—constituida oficialmente el 23 de agosto de 1960— es una expresión
del tratamiento particular, dentro de lo general, que se le brindó al
tema de la mujer.
Esta fue la primera organización de masas creada en Cuba. Tal vez la
frase del Che de que el ser humano es “el actor de ese extraño y
apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble
existencia de ser único y miembro de la comunidad”[18], expresa mejor
que cualquier enumeración de tareas y acciones la complejidad de los
retos que ha tenido que asumir la Federación de Mujeres Cubanas en su
misión de potenciar la igualdad de derechos y oportunidades entre
hombres y mujeres.
Los aportes de Vilma y su pensamiento merecen una investigación en sí
misma, pero cabe mencionar desde la creación de los círculos
infantiles, la educación sexual, la labor por el respeto a la libre
orientación sexual, las relaciones nuevas en la pareja. “La mujer ha
encontrado la libertad en el socialismo, pero la libertad no solo
significa ausencia de presiones, sino libertad de decidir. El derecho
de hombres y mujeres a determinar su vida con libertad incluye el
reconocimiento del mismo derecho para todos los demás.” [19]
El amplio trabajo de base de la FMC, su labor en la elevación del
nivel educacional, cultural, político, ideológico de las mujeres y su
empeño por la incorporación de ellas a todos los ámbitos y niveles de
la sociedad cubana se expresa en múltiples acciones de salud,
educación, prevención y atención social, así como en las más diversas
labores de cada comunidad.
El prestigio por su labor como interlocutora del gobierno en los
asuntos relacionados con la mujer, su papel como propiciadora de la
introducción de los asuntos relacionados con el género en la agenda
institucional, junto al proceso de crecimiento individual de sus
integrantes y de la propia organización posibilitó que la Federación
de Mujeres Cubanas deviniera y fuera reconocida como Mecanismo
Nacional del Estado Cubano para el adelanto de la Mujer.
Posee reconocimiento constitucional, personalidad jurídica propia y
goza además de iniciativa legislativa. Su aval dentro de la sociedad
civil cubana la ha dotado de la autoridad que le permite actuar e
influenciar en las políticas, promulgación de leyes y decisiones
gubernamentales.
Sin embargo, a las puertas de su VIII Congreso y con más de cuatro
millones de afiliadas, la organización tiene el reto de asumir las
complejidades de formas más sutiles de discriminación que se expresan
hoy; de encontrar métodos para incidir de forma más específica en la
subjetividad de hombres y mujeres, y atraer a las mujeres jóvenes, que
ven como “natural” muchos derechos conquistados por sus madres y
abuelas, y que visibilizan la discriminación por motivo de género,
sobre todo, cuando se incorporan a la vida laboral y comienzan a
vivenciar las incompatibilidades que aún a nivel de la sociedad se
expresan entre la vida pública y la vida familiar.
El otro elemento clave potenciador del empoderamiento de las mujeres
en Cuba que me gustaría significar es la legislación. En la
Constitución de la República de Cuba, en su capítulo V, Igualdad, se proclama:
Artículo 41.- Todos los ciudadanos gozan de iguales derechos y están
sujetos a iguales deberes.
Artículo 42.- La discriminación por motivo de raza, color de la piel,
sexo, origen nacional, creencias religiosas y cualquiera otra lesiva a
la dignidad humana esta proscrita y es sancionada por la ley. Las
instituciones del estado educan a todos, desde la más temprana edad,
en el principio de la igualdad de los seres humanos.
Artículo 43.- El estado consagra el derecho conquistado por la
Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la
piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra
lesiva a la dignidad humana:
-tienen acceso, según méritos y capacidades, a todos los cargos y
empleos del estado, de la Administración Pública y de la producción y
prestación de servicios;
-ascienden a todas las jerarquías de las fuerzas armadas
revolucionarias y de la seguridad y orden interior, según méritos y
capacidades;
-perciben salario igual por trabajo igual;
-disfrutan de la enseñanza en todas las instituciones docentes del
país, desde la escuela primaria hasta las universidades, que son las
mismas para todos;
-reciben asistencia en todas las instituciones de salud;
-se domicilian en cualquier sector, zona o barrio de las ciudades y se
alojan en cualquier hotel;
-son atendidos en todos los restaurantes y demás establecimientos de
servicio publico;
-usan, sin separaciones, los transportes marítimos, ferroviarios,
aéreos y automotores;
-disfrutan de los mismos balnearios, playas, parques, círculos
sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso.
Artículo 44. - La mujer y el hombre gozan de iguales derechos en lo
económico, político, cultural, social y familiar.
El estado garantiza que se ofrezcan a la mujer las mismas
oportunidades y posibilidades que al hombre, a fin de lograr su plena
participación en el desarrollo del país.
El estado organiza instituciones tales como círculos infantiles,
seminternados e internados escolares, casas de atención a ancianos y
servicios que facilitan a la familia trabajadora el desempeño de sus
responsabilidades.
Al velar por su salud y por una sana descendencia, el estado concede a
la mujer trabajadora licencia retribuida por maternidad, antes y
después del parto, y opciones laborales temporales compatibles con su
función materna.
El estado se esfuerza por crear todas las condiciones que propicien la
realización del principio de igualdad.
Se han dictado numerosas leyes y disposiciones jurídicas que
garantizan derechos humanos fundamentales para uno y otro sexo y
particularmente para la mujer tales como: La Ley de Maternidad (1974)
perfeccionada en varias ocasiones y que en la actualidad el decreto
ley 234 incluye el derecho a la licencia por paternidad, Código de la
Familia (1975), Ley de Protección e Higiene del Trabajo (1977), Ley de
Seguridad Social (1979), Código de la Niñez y la Juventud (1984),
Código del Trabajo (1985), Plan de Acción Nacional de Seguimiento a la
Conferencia de Beijing de la República de Cuba (l997) y la Ley 62 del
Código Penal (1987), que en su artículo 295 tipifica como delito la
violación del derecho de igualdad y la discriminación por cualquier motivo.
Entre los convenios jurídicos internacionales cabe destacar que Cuba
fue el primer país en firmar y el segundo en ratificar la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer.
De manera general podemos asegurar que desde el punto de vista
jurídico las cubanas tienen garantizados sus derechos civiles y
políticos, los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al
empleo, el derecho al estudio y la capacitación. Sin embargo, la
legalidad no es suficiente para articular cambios que tienen que ver
con estereotipos sociales, tradiciones, juicios de valor, prejuicios,
roles asignados y asumidos.
La crisis de los 90
Cuando los trozos del Muro de Berlín comenzaron a venderse como
souvenir y los analistas políticos de occidente proclamaron el fin de
la historia y las ideologías, en Cuba comenzó lo que eufemísticamente
hemos llamado período especial: enfrentar la pérdida del 80 % del
comercio exterior.
El impacto fue muy grande para las mujeres, pues la importante
contracción en los servicios, la escasez de alimentos, las
dificultades con el transporte, las interrupciones eléctricas, las
vicisitudes diarias exigían más esfuerzo, más sacrificio y más horas
dedicadas a las tareas domésticas. Sin embargo, la resistencia que se
expresó desde la vida cotidiana y que protagonizaron las mujeres fue
esencial para el sostenimiento de la Revolución.
No se produce, sin embargo, un proceso significativo de retorno al
hogar en este período. Varios son los factores que Marta Núñez[20]
aduce para ello: las categorías ocupacionales de las mujeres y su
vínculo con la biotecnología y otras industrias de punta que las hacía
imprescindibles, la necesidad económica de las jefas de hogar, la
tradición que ya existía entre las jóvenes hijas de trabajadoras, y yo
agregaría, la voluntad política de preservar el derecho de la
trabajadora y la creación de comisiones de empleo femenino para
proteger a las mujeres cuando había que cerrar un centro laboral.
En este período despegan los estudios de género fundamentalmente en
algunas disciplinas como historia, literatura y psicología.
Particularmente interesante resulta, a finales de la década, el
florecimiento de una literatura escrita por mujeres que va a penetrar
con una mirada inquisitiva en zonas poco tratadas como el erotismo
femenino, la violencia de género, los nuevos modelos de mujeres
trasgresoras de las asignaciones tradicionales de género, el
lesbianismo, entre otros.
Sin embargo, la percepción y autopercepción de la mujer como objeto
sexual se evidencia como un elemento del imaginario que no había
desaparecido, pues vuelve la prostitución —renombrada “jineterismo” —
con características muy diferentes a la que la Revolución eliminó en
los primeros años.
Vuelve a evidenciarse, que en cada momento histórico, conviven los
viejos estereotipos que desde la práctica social y los símbolos
compartidos definen la feminidad, con formas nuevas y transgresoras.
En los 90 algunas de estas tendencias se polarizan a consecuencia de
la crisis.
Polémicas en torno a la práctica cubana
Con frecuencia se ha cuestionado la obra de la Revolución Cubana en
relación con las mujeres por ciertos prejuicios e incomprensiones que
a finales de los 60 y principios de los 70 existían en nuestro país
sobre el movimiento feminista, sobre todo el radical.
La propia Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas
y otras fundadoras de la FMC, han explicado la coyuntura en que estos
desencuentros se produjeron. En Cuba las mujeres se incorporaban
plenamente a los grandes cambios de la sociedad, se aprobaban tesis en
los Congresos del Partido y la Federación sobre la Igualdad de la
Mujer, las leyes evidenciaban una voluntad política para enfrentar la
discriminación por razones de sexo... se consideraba entonces que
aquel feminismo era propio del capitalismo, algo foráneo, ajeno a
nuestra realidad.
Pero ya, desde principios de los 80 comenzó a asumirse la diversidad
del movimiento y la FMC participó activamente en los Encuentros
Feministas, y fue apropiándose teóricamente de las herramientas del
enfoque de género contextualizándolas al proceso cubano de
potenciación de una cultura de la igualdad.
Judith Astelarra, feminista argentina radicada en Barcelona, relata en
el prólogo a la edición cubana de su libro ¿Libres e iguales? “Durante
mucho tiempo las amigas cubanas no participaron en el feminismo
latinoamericano, recuerdo a lo largo de los años 80 en encuentros como
los de Naciones Unidas de la década de la mujer haber sido parte de
las feministas latinoamericanas que polemizábamos con las delegaciones
cubanas (…) Hoy ideas y propuestas feministas han adquirido presencia
en el debate académico y político cubano.”[21]
Aún hay una pobre apropiación de las herramientas del feminismo, de su
estudio y de las feministas marxistas y las polémicas entre los
feminismos. Urge articular en las investigaciones la dimensión de género.
Incluso cuando se realizan inventarios de los logros de la Revolución
Cubana se exalta la educación, la salud, el deporte y no se repara en
que lo alcanzado en materia de derechos y oportunidades para las
mujeres resulta una conquista social sin precedentes.
Para muchos marxistas esta era una problemática crucial en la lucha
proletaria, León Trotsky afirmaba: “Una revolución no es digna de
llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone no
es capaz de ayudar a la mujer —doble o triplemente esclavizada, como
lo fue en el pasado— a salir a flote y avanzar por el camino del
progreso social e individual”.[22]
Rosa de Luxemburgo, por su parte, había señalado en una carta a Franz
Mehring en febrero de 1916: “El socialismo no es, precisamente, un
problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una
grande y poderosa concepción del mundo.”[23] Y en esa transformación
cultural incluía las concepciones acerca de la mujer en la sociedad
capitalista y en la socialista: “la moderna proletaria se presenta hoy
en la tribuna pública como la fuerza más avanzada de la clase obrera y
al mismo tiempo de todo el sexo femenino.”[24]
La pervivencia de machismo en la sociedad cubana actual tanto en
hombres, como en mujeres, es también un punto de debate para algunas
cubanólogas que lo consideran como un error de la construcción del
socialismo aduciendo que se le ha prestado poca atención a la subjetividad.
Pero el complejo proceso de construir relaciones sociales más
equitativas y justas implica no solo modificar la base económica y las
relaciones de producción sino una profunda revolución cultural que se
ha ido forjando en el día a día, sin recetas, descubriendo camino al andar.
Las formas en que el pensamiento patriarcal se reproduce son muy
variadas, pues se metamorfosea y se resiste a desaparecer anclado como
está en las tradiciones y la cultura. Se asoma en el currículo oculto,
en la letra de una canción de moda, en los juicios de valor de un
administrador que debe promover a una trabajadora, en los debates
sobre la propuesta de modificación del Código de Familia. Pero es un
proceso lógico que se debe asumir en su complejidad. Cincuenta años de
Revolución es apenas un suspiro en el tiempo si lo comparamos con 500
años de cultura judeo cristiana occidental que conformaron la nación cubana.
Desafíos
Los estereotipos, prejuicios, conductas y juicios de valor sexistas
arraigados en las tradiciones de la cultura patriarcal en Cuba se
modifican en un complejo proceso de reconceptualización en el que
inciden la voluntad política, la legislación, los medios de difusión,
la escuela, la familia, la subjetividad de cada individuo: la sociedad
en su conjunto.
Los desafíos, 50 años después se perfilan desde varias aristas:
· El reconocimiento de la propia discriminación y sus formas
de expresión.
· Desde las políticas públicas potenciar el Plan de Acción
Nacional de Seguimiento a Beijing.
· Incluir la perspectiva de género en las investigaciones
sociales como una categoría de análisis indispensable.
· Continuar la capacitación en todos los niveles de enseñanza.
· El trabajo de sensibilización con los medios de comunicación
y otras instituciones socializadoras.
· Romper el llamado techo de cristal en cuanto el acceso de la
mujer en los puestos de toma de decisiones.
· Potenciar los estudios de las masculinidades.
· Aprobación de las reformas propuestas al Código de Familia
donde se legitiman los tribunales de familia, las uniones legales
entre personas del mismo sexo y se perfecciona el tratamiento de
aspectos relacionados con la violencia de género.
La Revolución nueva que rompiera el yugo que sometía a las mujeres y
le desatara las alas[25], que reclamaba Ana Betancourt el 14 de abril
de 1869, en una callecita a un costado de la Plaza de Guáimaro, en
Camagüey, donde se constituía la primera República de Cuba en Armas,
está en marcha. De hombres y mujeres depende hasta dónde remontaremos vuelo.
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Bibliografía
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NOTAS
[1] Daltón, Roque. Para un mejor amor en
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_poema1.php&pid=11820
[2] Castro Ruz, Fidel. Mujeres y Revolución. Editorial de la Mujer,
Ciudad de La Habana 2006. Pág.29
[3]Núñez Sarmiento, Marta. Los estudios de género en Cuba y sus aproximaciones
metodológicas, multidisciplinarias y transculturales (1974-2001)
en http://www.cubaliteraria.com/delacuba/ficha.php?Id=1787
[4] Un esbozo de periodización puede encontrarse en la introducción a
Mujeres y Revolución realizada por Carolina Aguilar y Yolanda Ferrer.
[5] Gutiérrez Castañeda, Griselda. El Concepto de Género una
perspectiva para pensar
la política. http://www.modemmujer.org/El_Estante/Web's/La%20ventana.htm.
[6] FMC. Algo más que palabras. Editorial de la Mujer. 2002
[7] Las cifras fueron tomadas del libro de estadísticas sobre la mujer
en Cuba en proceso de publicación por el Centro de Estudios de la
Mujer de la FMC y la Oficina Nacional de Estadísticas.
[8] Butler, Judith. El Género en disputa. El feminismo y la subversión
de la identidad. Paidós, Barcelona, 2001. Pág 33.
[9] Arés, Patricia. Familias y Mujeres: entre cambios y retrocesos.
Entrevista realizada por Sara Más. Revista Caminos. 7 de noviembre de 2007.
[10] Luxemburgo, Rosa. citada por Dario Rensi en Rosa de Luxemburgo el
embrión de otro marxismo en http//
www.herramienta.com.ar/varios/s/3-6.html
[11] Guevara Ernesto. El socialismo y el hombre en Cuba.
En http://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm
[12] Ver Gonzalez Pagés, Julio. En busca de un espacio: Historia de
mujeres en Cuba:
Ciudad de la Habana, Editorial Ciencias Sociales, 2003.
[13] Castro Ruz, Fidel. Mujeres y Revolución. Editorial de la Mujer,
Ciudad de La Habana 2006. Pág.112.
[14] Aguilar Ayerra Carolina en Las cubanas de hoy: el destino y su
circunstancia.
En Con el lente Oblicuo: Aproximaciones Cubanas a los estudios de Género.
Editorial de la Mujer 1999.
[15] Castro Ruz, Fidel. Mujeres y Revolución. Editorial de la Mujer,
Ciudad de La Habana 2006. Pág. 87.
[16] Ídem. Pág. 173
[17]Partido Comunista de Cuba. Tesis y resoluciones. Primer Congreso:
Editora Política. La Habana, 1976.
[18] Betto, Frei. Carta al Che Guevara. En La Jiribilla de Papel.
Número 10. Octubre 2003.
[19] Espín, Vilma. Sección A Debate. Periódico Juventud Rebelde. 23 de
agosto 1984.
[20]. Núñez Sarmiento, Marta 2001. Estrategias cubanas para el empleo femenino
en los noventa: un estudio con mujeres profesionales. Papers de
Sociología, Nº 63/64
[21] Astelarra Judith ¿Libres e iguales? Sociedad y política desde el
feminismo.
Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2006.
[22] Trosky, León citado por Andrea D’Atri en Feminismo y Marxismo:
Más de 30 años de controversia en http://www.espacioalternativo.org/taxonomy/term/40?from=60
[23]Luxemburgo, Rosa. La Proletaria. En Correspondencia Socialdemócrata.
5 de marzo 1914. En El Militante 129. 21 de febrero/21 de marzo 2000.
[24] Ídem
[25] “Ciudadanos: la mujer en el rincón oscuro y tranquilo del hogar
esperaba paciente y resignada esta hora hermosa, en que una revolución
nueva rompe su yugo y le desata las alas”. “Ciudadanos: Aquí todo era
esclavo: la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la
esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la
esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de
libertar a la mujer”. Citado por Borges Moya, Ester en Ana Betancourt:
Llegó el momento de libertar a la mujer.
En http://www.cadenagramonte.cu/camaguey/principenos/ana_betancourt_mora.asp
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* Algunas de las ideas que aparecen en este artículo, fueron esbozadas
por la autora en "Sobre una gorda sin sentimiento y otras hierbas en
Mirar de otra manera". Cátedra de la Mujer. Universidad de La Habana. (2008)
Intervención en el Seminario 50 Aniversario de la Revolución Cubana,
julio de 2008.
Editorial de la Mujer
mujeres@enet.cu
www.mujeres.co.cu
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